jueves, 25 de septiembre de 2008

Mi burbuja y sus llaves

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Son las ocho de la mañana de un sábado triste, me levanto rápidamente como todos los sábados desde hace cuatro meses; desde hace cuatro meses no me importa si esta nublado, si hay sol, si esta nevando, si llueve un poco, si esta garuando, si llueve a cantaros, si el cielo esta celeste, si hay viento o si hace frío, nada me impide que no me levante temprano los días sábados.
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Me lavo la cara, me visto, agarro la boina, la bufanda, el bastón y salgo para combatir el feroz viento de esas calles desoladas. Camino siete cuadras hasta el subte, tardo mas o menos media hora porque mi andar es cada vez mas lento, bajo en forma pausada las escaleras de la estación Pasteur y de repente escucho el silbato del guarda ordenando cerrar las puertas del subte. Espero los minutos necesarios y me subo al próximo con la paciencia de alguien a quien el paso del tiempo ya no le importa.
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Después de un rato largo bajo tierra, llego a la estación Lacroze, subo nuevamente las escaleras con mi andar parsimonioso; cruzo la avenida y saludo a Pedro, el florista de las flores mas tristes de Buenos Aires. Apenas me ve llegar, va en busca del ramo de jazmines que compro cada semana, se lo pago, nos damos un abrazo y sigo mi camino. En el trayecto que me separa de vos, mas o menos cien metros pienso en el cansancio que tengo, mis piernas son cada vez mas débiles, mi espalda convive con un dolor constante en forma de puñal, pero saco fuerzas de adentro mío, de mi guerrero indio interior y llego hasta donde estas durmiendo.
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Me arrodillo, te saludo, deposito tus flores favoritas y me siento...
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- Hola amor, ¿como estas? ¿cómo estuvo tu semana? Sabes, ayer a la noche me quede hasta tarde escribiéndote esto que vengo pensado desde hace varias semanas, solamente espero que lo puedas entender:







“ De los últimos de los suspiros, de lo último que tengo, te estoy escribiendo esta carta, los ánimos están mejorando cada semana, la sonrisa empieza a iluminar mis mañanas, pero hay brisas todavía merodeando por acá. Encontré al escribir una forma de lagrimear, encontré en su recepción una forma de que me acaricien; lo bueno y malo de recordarte es el sabor a golosina de los recuerdos que nunca más serán presente, es lamentable la imagen de seguir abrazado a las cenizas sin animarme a caminar solo…desde que te fuiste mi risa se volvió tan normal, ya no hay locura en ella, hasta me aburre, me aburro de mi mismo.
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Esta es mi última visita al cementerio, quiero dejarte en paz, pero por sobre todas las cosas quiero descansar en paz yo, por eso he tomado esta decisión, lamentablemente la vida nos separo, ya no vivimos en los mismos mundos. Sé que es inevitable no extrañarte inmensamente debido a todos los años vividos juntos, fueron casi cuarenta años de caricias, risas y cosquillas.
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Recuerdo como si fuera hoy, ese beso un 18 de junio, en un festejo de mi cumpleaños, creo que tarde mil minutos antes de decidir darte ese ansiado beso, me temblaban las piernas, sin embargo, después de hacerlo me di cuenta que ibas a ser la mujer de mi vida. Siempre voy a extrañar esa hermosa forma que tenias de detener el mundo, y sentir que lo único interesante de la vida eras “vos y yo”. Creí que moriría con tanta tristeza en mis venas cuando partiste, pero aprendí en la razón que lo eterno es utópico, que los testamentos para los que amaron son basura y que la única herencia del viudo es la soledad.
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Me hice amigo de un cantante guasón que supo pintar con sus letras mis noches de borracheras y dibujar con sus frases (...y decirle que cuando ella se fue un viento me arranco de pie... // ...no me creas que pasó, el huracán me visitó y secuelas muy grandes esta vez dejó. Me golpeó por detrás, por delante y por demás... // ... Yo te espero, como siempre que te espero. Yo me muero. Por comerte poco a poco. Yo me quedo. deambulando como un loco en la ciudad....) todo ese vomito sabor a mar que tenía mi resaca.
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Espero que sepas comprender mi decisión, ya no vendré en los aniversarios ni en el día de tu cumpleaños; mis regalos, sin vos, carecen del factor sorpresa que tenían tus ojazos. Y por último y por sobre todas las cosas te pido perdón por las cosas que no te supe entender cuando estabas acá, de verdad perdón.
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Además de la carta, de los jazmines, te dejo mi burbuja y sus llaves (vos sola sabes su significado), asimismo dejo acá al costado mi traje de Peter Pan, me di cuenta que sin vos, sin mi Wendi, no tiene sentido la imaginación y mucho menos volar.
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Me despido, me voy... hasta otra vida mi amor, hasta otra vida melele...”

Me cuesta muchísimo pero me levanto, tomo mi bastón y me voy caminando hacia el sol...
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Escrito por SIMÓN (caballero de la LL)
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Hay momentos (Guasones) No me despiertes cuando vengas. Y no me hables al oído. Ya no me sirven tus palabras. Apagué el sueño demasiado temprano. Dejé una carta en la mesa. Con muy poca lucidez. Pero el amor no se olvida. Toda mi vida rendida a tus pies. Hay momentos que no recuerdo nada. Hay momentos que no puedo olvidar. Hay momentos que por las madrugadas me arrepiento y empiezo a temblar. Cinco segundos de gracia. Y mil horas sin razón. Sequé mis lágrimas en espejos fríos. Y soy la sombra de ayer. Hay momentos que no recuerdo nada. Hay momentos que no puedo olvidar. Hay momentos que por las madrugadas me arrepiento y empiezo a temblar. No me despiertes cuando vengas. Y no me hables al oído. Ya no me sirven tus palabras. Apagué el sueño demasiado temprano.
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